Como proyecto de CAS, decidí ser voluntaria en una casa hogar para ayudar en lo que se necesitara ya que los hogares geriátricos y en general las personas de tercera edad tienden a ser abandonadas o simplemente dejan de ser considerada y sufren de negligencia. Mis objetivos eran ayudar a los abuelitos tanto física como mentalmente. Para esto, me propuse ayudar a las enfermeras con aspectos como organización de comida y vestimenta pero mas que todo a los abuelitos brindándoles compañía y afecto, ya que en su mayoría solo veían televisión y estaban sentados todo el día.
Para mi primera visita en Dulce Luz, fui con mis compañeras Daniela Barragan, con quienes compartí todo el proceso. En un principio estábamos muy nerviosas ya que no sabíamos como iba a ser el ambiente o si íbamos a ser capaces de brindarles lo que necesitaban y darles alegría. Sin embargo, las enfermeras nos acompañaron en nuestra primera tarde.


Se nos explico que Don Ismael y Doña Isabel se dormían un poco mas tarde que el resto ya que eran mas activos. Entonces, llevamos a Don Ismael a su cuarto para ponerle la pijama y luego regresamos con el a la sala para que viera un poco de televisión con Isabel, con quien estuve conversando hasta que llego la hora de irnos.
En nuestro primer día me di cuenta de todos los cuidados que se deben tener en una institución como esta ya que la salud y vida de los pacientes depende del cuidado de las enfermeras. También me di cuenta de que las enfermeras no parecía estar en un trabajo obligado sino que se notaba el amor con que cuidaban a los pacientes y se podía ver que en realidad era lo que les gustaba. Sin embargo, ellas no tienen el tiempo para estar haciéndoles compañía y por eso fue importante que estuviéramos ahí para conversar con ellos y simplemente estimular su cerebro para que pierdan habilidades.
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